Unidos Podemos renuncia a luchar contra la privatización de la sanidad

Los que antes eran casta, ahora son socios. Se ha demostrado en Madrid capital, Barcelona, Valencia, Aragón, Baleares, Castilla La Mancha, Extremadura… lugares donde “la nueva política” ha unido sus votos a los del PSOE para acceder al poder.

En 2009, mucho antes de las ‘Mareas blancas’, cuando registramos en el Congreso 500.000 firmas exigiendo la derogación de la Ley 15/97, el PSOE no solo no aprovechó la oportunidad para frenar en seco el proceso de privatización de la sanidad como le pedía la calle, sino que se negó a recibirnos y nos envió un emisario que nos comunicó: “La Ley 15/97 no se derogará nunca, es un asunto de Estado”.

Así lo ha entendido en 2016 Unidos Podemos. Sabe que detrás del negocio de la privatización de la sanidad están los mismos que controlan las obras públicas, las autopistas, la recogida de basuras, la limpieza, y tantas otras actividades que se podrían hacer desde el sector “público”, pero que están en manos de los grandes grupos empresariales y bancarios de este país, y que de ellos depende, desde su acceso a la televisión, hasta el visto bueno para permitir su “asalto a los sillones del poder político”.

De esta forma se puede comprender la renuncia en su programa a derogar la 15/97, ley básica que permite a cualquier tipo de empresa privada hacer negocio con los centros sanitarios públicos, y por tanto renuncia a paralizar el proceso de privatización de la sanidad. De recuperar lo privatizado, Unidos Podemos ni habla, y es más, donde existen gobiernos autonómicos que de ellos dependen, como es el caso de la privatizada Comunidad Valenciana, hasta la fecha no han tomado ni una medida en ese sentido.

Un continuo y acelerado viraje al centro derecha de IU y Podemos en aras de arañar votos de todos los colores para un hipotético acuerdo con el PSOE para acceder al poder político estatal (que no el económico) y gobernar con los hasta hace poco tildados de casta, los que reformaron la Constitución para introducir el artículo 135 y acabar con los servicios básicos, los que aprobaron la reforma laboral e incrementaron la jubilación a los 67 años, los que aprobaron el primer medicamentazo, los que aceptaban que las multinacionales de farmacia les nombrasen los ministros de sanidad en los 80 del pasado siglo, los que nos metieron en la OTAN. Un viraje que está muy lejos del sentir de aquellos que se movilizaban en las calles al grito de “PSOE, PP la misma mierda es”, y mucho más de aquel “No nos representan”, del que ahora reniegan.

En realidad, los diputados y líderes de Unidos Podemos nunca estuvieron en la lucha contra la privatización de la sanidad en Madrid entre 2005-2012. Aparecieron después, aceptaron a regañadientes parte de las reivindicaciones de la movilización para en cuanto pudieron desecharlas y borrarlas. para no identificarse con ellas por radicales, porque iban a la raíz del problema. Su objetivo no es, como dicen, garantizar el bienestar de “la gente”, su objetivo es gestionar, como “izquierda del capital“, el malestar, encauzarlo y dirigirlo hacia las instituciones, sacarlo de las calles, tranquilizar a los del IBEX, a todos los poderes fácticos. Se trata de apuntalar al régimen del 78 con savia nueva para que se sigan ejecutando las medidas de ajuste, recortes y privatizaciones que la UE exige.

Exactamente como su socio Syriza ha hecho estos dos últimos años en Grecia, se trata de generar la ilusión de que algo cambia, para que todo siga igual.

CAS Madrid

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