Sobre la campaña “Respetemos y apoyemos a nuestros profesores”

Durante los dos últimos meses, hemos podido ver la campaña publicitaria que la Comunidad de Madrid ha puesto en marcha con el objetivo de incrementar la consideración social de los profesores. Para esto el gobierno regional ha invertido algo menos de 2 millones de euros. Nuestro objetivo es reflexionar sobre esta campaña tomando algunos de los aspectos más significativos de la lógica cultural (posmoderna) que adopta la política en las sociedades democrático-capitalistas contemporáneas.

La administración Aguirre, así como diversas asociaciones profesionales y sociales más o menos conservadoras, coinciden en señalar las deficiencias del sistema educativo español, en general, y en concreto coinciden también en diagnosticar la pobre consideración que la sociedad española tiene de los trabajadores de la enseñanza. Aunque coinciden en el diagnóstico del problema, hay alguna que otra divergencia en la causa de éste, si bien creemos no equivocarnos al señalar que existe una generalizada falta de análisis respecto a esta posible baja consideración social de los trabajadores de la enseñanza.

Con el objetivo de incrementar la consideración social de éstos, la administración Aguirre, con el respaldo de algún sindicato conservador (ANPE, CSIF) y alguna asociación afín, ha puesto en marcha una campaña bajo el lema Apoyemos y respetemos a nuestros profesores. Dicha campaña ha tomado forma, principalmente, en abundante cartelería que hemos podido ver en marquesinas, autobuses, vallas publicitarias, etc.

La publicidad institucional se supone que es una medida, entre otras muchas, para el logro de un objetivo social determinado. Ese objetivo es concienciar. En este caso y, seguramente, en muchos otros, se produce una serie de flagrantes contradicciones:

1. La consideración social de la institución escolar:

Que los alumnos apoyen y respeten a los profesores, y, por tanto, a la cultura escolar de la que son depositarios y sostenedores, está fuertemente condicionado por toda una serie de aspectos que van desde la clase social hasta la etnia, dejando de lado muchos otros por no extendernos demasiado. No hace falta ser un avezado sociólogo para darse una vuelta por un instituto o una escuela y comprobar que variables como pertenecer a las capas más bajas de la clase obrera (desde una perspectiva de clase), o ser gitano o inmigrante (desde una variable relacionado con lo étnico) incrementa mucho las posibilidades de fracaso escolar. Fracaso escolar e inadaptación escolar suelen estar bastante relacionadas y no son el caldo de cultivo propicio para apoyar y respetar a los profesores. Este aspecto nos parece especialmente relevante. No obstante, alguien puede señalar que la baja consideración social de los trabajadores de la enseñanza está tan generalizada que la pobre estimación de la docencia trasciende a aquellos que fracasan en/por el sistema educativo. En ese sentido, alguien podría aludir a la pérdida de relevancia social de esta institución, en general. Si nos vamos un siglo atrás veremos que eran tres los elementos fundamentales de socialización de todo individuo, a saber, la familia, la escuela y el grupo de iguales. Los profundos cambios sociales durante el siglo XX en Occidente han modificado sustancialmente las formas de socialización. Un ejemplo de esto es la escuela: ésta durante mucho tiempo tuvo un monopolio casi absoluto en la transmisión del conocimiento-información no inmediato. Un porcentaje altísimo de la población europea en el inicio del pasado siglo apenas podía conocer cosas ajenas a su experiencia inmediata, pues la forma de vida o las tecnologías del momento así lo imponían. Pero hace ya tiempo que la escuela ha perdido el monopolio en la transmisión del conocimiento-información no inmediato; los medios de comunicación (periódicos, TV, internet, radio) se han convertido en otro elemento fundamental en la socialización de todo individuo desplazando en parte a la escuela. Teniendo en cuenta esta circunstancia es difícil contrarrestar la pérdida de relevancia social de la escuela y, por lo tanto, de los profesores.

2. La publicidad para concienciar

En otro orden de cosas, queremos volver al centro de nuestra reflexión aproximándonos a la publicidad institucional: los medios de comunicación de masas imponen una concepción del conocimiento y su asimilación como un producto más de la sociedad de consumo. En este sentido, hacen de la publicidad una herramienta que distribuye mensajes de forma masiva para persuadir de las bondades de un producto, tratando que el consumidor encuentre el producto atractivo. Esta distribución masiva hace del mensaje algo impersonal ajeno a una experiencia individual fruto de una interacción personal propia pues la persuasión se basa principalmente en el bombardeo incesante del mismo.

3. Apoyemos y respetemos a nuestros profesores.

Así es como la Consejería de Educación quiere revalorizar la escuela y a sus profesionales. Con los casi dos millones de euros que se ha gastado el gobierno regional se pretende persuadir a cuanta más gente mejor de la importancia de apoyar y respetar al profesorado. La cartelería que se ha podido ver por las calles han lanzado un mensaje sin contenido: respetemos y apoyemos a nuestros profesores ¿por qué? ¿porque lo dice la publicidad? Eso es. No porque nuestros profesores estén bien o mal formados, porque realicen una labor social mejor o peor, porque hagan una tarea compleja, etc. No. Hay que respetarlos porque lo dicen los carteles. Mientras, la misma Consejería empeora sus condiciones de trabajo (recortes a la formación del profesorado, más alumnos por aula en la enseñanza pública, etc.) lo que sí supone una flagrante falta de respeto y, por supuesto, de apoyo. Esta es la sociedad del espectáculo: la política se vacía de contenido, poco importa lo que se haga; lo trascendente es el envoltorio, el disfraz, las formas, el espectáculo, los fuegos artificiales. Las contradicciones están institucionalizadas por la brutal diferencia entre el mensaje y las realidades complejas que construyen la experiencia de la individualidad. Todo esto es inherente a la lógica cultural del capitalismo postindustrial.

La suerte está echada: la neurosis o las barricadas…

Sección Sindical de CNT en el IES Siglo XXI