La gallina de los ovarios de oro

El grupo político Ciudadanos ha presentado recientemente una propuesta para legalizar en el Estado español la gestación subrogada de forma altruista. El capitalismo neoliberal pretende vender este producto, dotando a las mujeres –para que suene bien– de la libertad de tener hijxs e irlos “regalando” a terceras personas que no puedan tenerlos de manera natural, como un gesto de amor al prójimo y solidaridad. Así pues, de nuestros vientres nacerá el derecho del resto de la sociedad a tener hijxs con su mismo ADN. El rechazo de este nuevo mercado será fruto de nuestro egoísmo por no querer compartir nuestra capacidad reproductiva con el resto de la sociedad y, por supuesto, de ser unas feminazis que niegan a los que pueden permitírselo –económicamente, obvio– el “derecho” de convertir la vida en un negocio.

Evidentemente esta propuesta no nace de la necesidad de otorgar a la mujer de derechos y libertades, de ser así tendríamos una ley del aborto libre, seguro y gratuito. Los convenios colectivos mejorarían en los derechos sobre igualdad, crianza y cuidados, sin otórgaselos a la mujer, de tal forma que, en vez de derechos, se entienden como privilegios de nuestro género. Se haría una ley de violencia de género eficaz, que evitase que fuese la victima la que tenga que huir y dejar atrás toda su vida, y que nos estén asesinando día sí y día también. Tampoco nace de la necesidad de protección del menor ni de las familias o individuos a tener hijxs, si no, hubiese mejorado la ley de adopción, agilizando y abaratando los costes  de estos procesos tan sufridos por las familias adoptivas como por los menores.

La gestación subrogada de forma altruista no funciona; un claro ejemplo son Canadá o Reino Unido, este último liderando la búsqueda de vientres de alquiler en el extranjero, debido al escaso número de voluntarias  que se ofrecen a esta donación. El motivo del bajo número de voluntarias es claro, por lo menos para nosotras: durante la gestación nuestro cuerpo experimenta fuertes cambios físicos y hormonales, preparándose para el parto y generando vínculos afectivos con el feto que van creciendo a lo largo del embarazo, periodo en el cual nuestro cuerpo se centra en cuidarlo, alimentarle, proporcionarle oxígeno y, en su etapa más avanzada, sentir sus movimientos dentro de nuestro vientre; sin embargo,  el contrato que se redacta en la gestación subrogada niega a la mujer gestante el derecho a ser madre del bebé puesto que no lleva su mismo ADN y no les vincula ningún lazo de sangre. Increíble, ¿verdad? Hay que tener la bolsa escrotal rellena de patriarcado para afirmar semejante falacia.

No obstante, si está demostrado que la formula altruista no funciona ¿por qué se hace la propuesta? Sólo es otra apertura a la puerta de la obra maestra capitalista y patriarcal, donde las necesidades, sentimiento y consecuencias para la mujer y el bebé vuelven al quedar al margen. Han encontrado la gallina de los ovarios de oro, el comercio de personas, camuflándolo en el “derecho” inventado a tener hijos con el mismo ADN  y, de nuevo, a la explotación de las clases pudientes sobre las más desfavorecidas. Claro está que los pobres no podremos disfrutar de ese “derecho”, pues no tenemos poder adquisitivo para comprar hijxs; bastante embargados estamos con la hipoteca, el préstamo del coche, las universidades, por no hablar de los bienes básicos como la luz, el agua, la comida… y todo ello haciendo malabares con unos sueldos y trabajos precarios. Las ricas no necesitan el dinero, por lo que no van a exponer a su cuerpo a estrías, ensanchamiento de caderas, posibles enfermedades derivadas del embarazo o complicaciones en el parto para conseguir un puñado de euros cuando pueden conseguir muchísimo más explotando en sus empresas a la clase obrera o arrendando sus edificios con altísimos alquileres.

El “derecho” inventado de una sociedad a comerciar bebés con su mismo ADN, vuelve a recaer en nosotras, las obreras, que alquilaremos nuestro vientre y venderemos nuestros hijxs a ricas y ricos, para poder pagar la hipoteca y que no nos desahucien; para pagar los estudios de esos hijos que tuvimos y sí pudimos criar en nuestra familia sin tener que venderlos, o incluso para pagar el tratamiento de una enfermedad de algún familiar.

Esto no deja de ser un negocio, donde la mujer no importa ni interesa, es relegada a su capacidad reproductiva y al servicio del resto, importando sólo los beneficios que generaran las nuevas agencias que surgirán para la realización de los trámites; a los bancos que darán los préstamos para pagar las grandes sumas de dinero, pero que a su vez volverán a recibir por otro lado cuando la mujer gestante lo utilice para pagar la deuda que tiene con éste, no sabemos si con el impago de estos préstamos te quitarán al bebe como hacen con los pisos, en cuyo caso estallará la burbuja de bebes y las culpables seremos nosotras, las pobres, que hemos parido por encima de nuestras posibilidades. El ego y la sensación de superioridad de la clase opresora siguen creciendo, puesto que han mejorado el proceso. Nos han vuelto engañar y han conseguido que nos dobleguemos. Esta vez no han tenido que robar bebés en los conventos ni hospitales –como pasó en la época del franquismo– ya que, gracias al capitalismo feroz, se pueden comprar de forma legal y con su mismo ADN. A su gusto, en bandeja de plata y con un pan debajo del brazo.

Si la ley de gestación subrogada de forma altruista naciese de la necesidad imperiosa de las mujeres de ayudar a terceros que no pudiesen crear una familia por otros medios como es la adopción, porque todos los niñxs del mundo viviesen felices y con sus necesidades cubiertas, no se preocupen, estaría prohibido. Recuerden: vivimos en una distopía donde cualquier cosa rentable se convierte en mercado, sobre todo si implica un privilegio más para esos privilegiados, valga la redundancia.

La gallina de los ovarios de oro no es sino otra forma de doblegarnos, de vendernos, a nosotras y a nuestrxs hijxs.


Todos los meses cuentan.

CNT Federación Comarcal Sur-Villaverde